Angustia, desconcierto, rabia y si fuera poco sonrisas de impotencia. Eso puede producir este notable retrato de como funcionaban y todavía funcionan las cosas en muchos momentos y lugares del mundo. La política, la manipulación de los medios, la represión amparada bajo el resguardo del bien común...eso y mucho más es esta película del director franco - griego Costa Gavras. Una obra notable en muchos aspectos, con personajes tan creíbles como detestables; otros modelos de actitud y valentía en medio de la pasibidad y la hipocresía.
Basada en una novela de Vassilis Vassilikos y protagonizada por Jean-Louis Trintignant, Jacques Perrin, Yves Montand e Irene Papas en los papeles principales; nos hace parte de una investigación que busca aclarar los sucesos tras el asesinato de un diputado pacifista. En un país gobernado por una supuesta democracia y claramente manipulado por las fuerzas militares y policiales. Un correcto y a la vez imparcial magistrado; sin detenerse ante ningún tipo de intimidación, lleva la investigación hasta las últimas instancias enfrentando no pocos inconvenientes. Es muy importante además la intervención de un periodista que también cumple con su deber de informar.
Desde el mensaje que aparece al comienzo de la película sabemos que aquí la verdad encontrará por si sola sus caminos; el humor es una delicia angustiante, las teorías acerca de cómo terminará la investigación afloran, nos urgen y nos fascinan; casi no podemos esperar para saber que pasará al final; los minutos pasan rápido porque la película es muy ágil en su planteamiento. Inolvidable son las prohibiciones que aparecen en vez de créditos al termino de la película.
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