A Manuela no
le gustaban los hombres que no sabían reír y por eso dejo a su esposo,
Rigoberta siendo una jovencita empezó a guiar a quienes así lo quisieran en
contra de los terratenientes que pensaban que por ser mujer era incapaz de
hacerlo, Gladys era muy chica todavía cuando su padre la dejó junto a su madre
y a sus tres hermanas permitiéndoles saber que las mujeres no siempre necesitan
a los hombres para salir adelante.
Manuela
postergo su nombre en beneficio de un hombre amado en vida y venerado en la
muerte y fue el tiempo el que terminó por ubicarla entre las primeras
feministas del nuevo continente, Rigoberta aprendió que cuando los dueños de
todo le declaran la guerra a quienes no tienen nada la piedad cristiana es
ignorada cuando se trata de quemar a los disidentes, Gladys antes de los
treinta años ya sabía lo que era trabajar codo a codo con el pueblo que sus
ideas decían defender.
Las tres
supieron que por honestas que fueran sus intenciones la gente suele votar por
hombres al momento de distribuir los poderes, sabían que para sobresalir en
política era y es necesario afinar el pensamiento, trabajar el doble para
obtener apenas la mitad de la credibilidad que tienen aquellos que les prometen
este mundo y el otro a quienes parecen olvidar que desde siempre han gobernado
los hombres, que las mujeres que llegan al poder son medidas de manera mucho
más severa de lo que son medidos aquellos hombres que gobernando han cometido
errores y a pesar de ellos han vuelto a ser elegidos para guiar el destino de
pueblos que parecen olvidar que son los hombres quienes han declarado la
guerra a otros hombres embriagados en
aquel viejo cuento del amor a la patria.
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