A finales del año 2018 supe que el cineasta neozelandés Peter Jackson, quien a venido captando mi atención desde su escatológica película Braindead (1991) pretendía ampliar su catalogo de maravillas audiovisuales (no sé si sea oportuno aclarar que es el director de las dos trilogías de El Señor de los Anillos (2001-2003, 2014-2014); la primera una maravilla, la segunda...negocios son negocios, una versión actual de mi gorila favorito, King Kong (2005) y el debut cinematográfico de Kate Winslet, Criaturas celestiales (1994) que es una maravilla - la película y la actriz - entre otras joyitas que, por ahora no viene al caso nombrar) un documental acerca de la Primera guerra mundial. O sea, cómo no emocionarse; los trabajos de este director suelen ser u deleite en el manejo de efectos especiales, edición de sonidos y aportes a los momentos inolvidables del séptimo arte, pero...que esperar de su primer documental publicitado así, con bombos y platillos, con notas en la gran mayoría de los diarios del mundo, la duda pudo ser resuelta durante los primeros meses de 2019 para la mayoría de quienes logran compatibilizar su cotidiano quehacer con los estrenos de la televisión de pago. Para mí, hace algunas semanas atrás en que me propuse ver algunos documentales que tenía pendientes.
¿Qué escribir?...registros captados hace más de cien años restaurados de manera que nos parece que esto fue filmado antes de ayer. Aplicación de colores, efectos visuales y diálogos regrabados por actores que nos transmiten excelentemente aquello que tienen que haber sentido los camarógrafos que tuvieron que ir al frente de batalla para filmar de primera fuente la cotidianidad del frente de batalla en un enfrentamiento armado que en su tiempo fue conocido como "la gran guerra". Siempre me han interesado los aspectos que pueden incidir en llevar a los seres humanos a momentos cómo estos que nos vuelve a presentar el documental más como un reconocimiento al espíritu humano de los, hasta ahora, anónimos soldados que miramos remasterizados. Imágenes que mucho más que sorprendernos, debiesen ayudarnos a reflexionar acerca de la inutilidad de estas contiendas donde como sabemos nadie gana.
Me emocionó el documental, me sorprendió gratamente y me hizo pensar en cómo es que tantos jóvenes, a lo largo de esta historia que compartimos, no llegaron a saber cómo fue que terminaron los conflictos armados en los que, los desacuerdos de los poderosos de los países que creían defender, les involucraron, en los millones de jóvenes (y no pocas veces niños) que no envejecerán nunca en este tiempo presente en que la guerra sigue siendo uno de los males que a pesar de la tecnología, la magia de los efectos especiales y el innegable reconocimiento de las vidas que cuestan las pasajeras conquistas políticas o económicas, no hemos podido dejar atrás y no nos queda otra cosa que seguir reflexionando.
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