Son tan anchas y profundas las contradicciones, tan carentes de historia pasada las nuevas historias que ahora me cuentan, pero qué se le va a hacer...ahora son ellos y ellas los responsables de preocuparse por los demás. No es que los nosotros, los que no somos ni jóvenes ni viejos, no estemos preparados para asumir tareas que por lo demás no nos interesan, es que nos gana un poco el cansancio de haber alegado tanto para nada. Perdonen en serio el desgano, la inesperada tristeza que nos inunda el silencio y los ojos parados de frente a un tiempo nuevo en que los niños parecen saber más que los viejos y no es culpa de ellos; después de todo ¿qué tipo de pueblo le estábamos dejando a las nuevas generaciones?
Más que nunca nos queda insistir en valorar a la persona que se nos pare enfrente, olvidar las etiquetas que creíamos nos definían y no hacían otra cosa que definir nuestras carencias. Hay tanto que construir de aquí para adelante. Seguro no será fácil porque quienes se han acostumbrado al poder sufren de síndrome de abstinencia cuando son otros los que tienen el sartén por el mango. Eso sin olvidar que el poder es algo que corrompe inevitablemente a quienes se ven seducidos por el ego o las ganancias a corto plazo. Nada será fácil de aquí para adelante pero hay que seguir avanzando. Los que estaban antes y los que recién llegaron por el bien de aquellos y aquellas que llevan toda una vida esperando aquello que creyeron justo cuando no siempre es justo el trato que nos damos los seres humanos.
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