La presencia de animales, nazis, comunistas y gente común y corriente de todas las edades, la maravillosa a la vez que contagiosa música tan propia de una parte importante del cine de Emir Kusturica desde Tiempos de gitanos (1985) cautiva a la vez que emociona. Política con un profundo sentido del humor que nos facilita el transito por una película que no es precisamente corta (y eso que existe una versión corta para cines) y que una vez llegamos a los créditos finales nos deja una sensación entre mágica y surrelista.
Es de esas películas premiadas y conocidas a partes iguales, que no pasa inadvertida si se ve con amplitud de criterio y donde los defectos tan propios de nosotros los seres humanos se ven ridiculizados por la sabiduria de un mono que es a la vez sabio que torpe. Una pareja de amigos que parecen no ser tan amigos, una actriz que no termina nunca por definir qué es lo que realmente quiere, un hermano que idolatra a su hermano y un conjunto no menor de imágenes con un muy alto contenido de poesía que se quedan con nosotros desde el primer visionado de la película.
Comentarios
Publicar un comentario