Cuando Augusto Góngora murió yo estaba pasando por el que ha sido, hasta ahora, mi momento más delicado en temas de salud. Estaba convaleciente de una operación y en estricta observación, a la espera de alguna manifestación sorpresiva de mi estomago tras una peritonitis que como no me mató, me hizo más sensible. Claro que sabía de qué iba el documental; muy poco sabía de la historia de amor que hace más de veinte años venía escribiendo la pareja depositaria de mi admiración.
En varios momentos del documental quise llorar...no sé porque no lo hice, puede ser porque me he predispuesto a ser fuerte aún en la más profunda sensibilidad. Me sorprendieron tantas cosas de lo que las cámaras registraban. Una historia de amor como la que soñamos muchos, la constatación de que la fortaleza de quienes son capaces de amar jamás termina de encontrar límites. El material (el inevitable deterioro de una persona que sufre alzhéimer y la paciencia infinita que debe tener quien se decida a acompañarle) se prestaba para un dramatismo en el que esta intromisión a la intimidad de dos seres que, a pesar del tremendo desafío en que están inmersos, se aman de manera honesta y sincera.
Puede ser que obras audiovisuales como este documental o la película Lejos de ella (Sarah Polley; 2006) sean un ejemplo para aquellos que deciden vivir una vida juntos. Amar y convivir no son actos que se lleven necesariamente bien juntos. Se precisa tanto de madurez en el intento, tanto de voluntad y de paciencia; pero algunas veces se logra. Hay quienes deben trabajar mucho para permanecer juntos y quienes terminan estando juntos por costumbre...este documental pone en entredicho los lugares comunes del amor, muestra lo sencillo que puede parecer lo que es complejo. Hay miradas enamoradas, palabras dulces y momentos de miedo, agresividad (bellamente contenida, gracias al amor que subyace en el ser humano que la expresa) que jamás llega a ofender, un amor a los libros, la solidaridad humana y la necesidad de expresar que conmueve (imagino) hasta al más férreo critico de registros como este que nos regala un entrañable momento que perdura, incluso varios días después de haberlo presenciado.
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