Este es
uno de los pocos discos que nunca me canso de escuchar. Desde la primera
canción (Hospital) que se supone, es trágica, yo siento algo parecido a
lo que los optimistas llaman alegría. Puede que sea la voz de Álvaro
Henríquez, que como muy pocos en la historia de Chile, es incomparable
puesto a componer canciones o la soberbia musicalización a cargo de Camilo
Salinas, Nicolás Torres y Cristián Espiñeira que
logra una inmersión muy difícil de explicar si no se ha escuchado nunca el
primer y único disco durante veinte años de esta fugaz, a la vez que potente
banda.
Un hombre muerto en el ring, A Go Go o la irreverente Ch Bah Puta la güeá, son para mí, en parte, el sonido de la felicidad. El año 2002 estaba recién formalizando una historia de amor que, pese o gracias a las diferencias, ha durado hasta hoy. Esperábamos a nuestra hija y uno de mis estudiantes me regaló una copia de este disco porque decía que las canciones que había en él le recordaban a las cosas que yo, no pocas veces, decía. Más allá de las letras de las canciones y los arrebatadores arreglos musicales; el conjunto total del disco merece del reconocimiento que ha tenido en gran parte de Latinoamérica desde el momento de su aparición hasta el día de hoy.
Escucharlo me transporta siempre a la primera vez que lo oí. Me recuerda la carita sonriente de ese niño que amaba las cuecas bravas tanto o más que yo, la única vez en que he escuchado decir una grosería a la mujer ultra conservadora de la que me enamoré el primer día que la vi. Álvaro Henríquez y sus bandas son responsables de la revalorización que tuvo la cueca como expresión popular, a principios del siglo veintiuno, mucho más allá del horroroso esquema escolar que la dictadura dictaminó como baile nacional. El Desquite, Cuando una madre llora y Fidel son ejemplos de lo que una buena cueca rocanrolera puede llegar a ser.
Rara pero efectiva combinación musical que es referente para otras bandas que vendrían después pero que no pudiendo superar a los maestros tomaron caminos diferentes. En Pettinellis hay más que en la mayoría de las bandas chilenas anteriores y posteriores al momento de su primer disco. El año 2022 apareció un segundo disco (que no he escuchado), este 2023, el disco puede ser encontrado en cierta famosísima plataforma musical para que las nuevas generaciones puedan escucharlos. Si las plataformas de pago no son lo suyo...escriba Pettinellis en You Tube y disfrute trece composiciones que para quien redacta estas líneas serán siempre sinónimo de alegría.
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