A nadie debiese sorprenderle saber que en
países donde señorea sin verdadera oposición el neoliberalismo aumenta el
nivel de delincuencia. Enterarse que las supuestas oportunidades no siempre
están al alcance de quienes las necesitan y que se cierran escuelas públicas
para abrir centros de reinserción social que no son sino recintos penales donde
los que no pudieron terminar de estudiar terminan de graduarse de anti
sociales.
Son un asco la mayoría de las cárceles de
Latinoamérica; muchos en espacios reducidos, corrupción y falta de seguridad
para todos aquellos que habitan estos templos del sistema que castiga a
aquel que a falta de paciencia para seguir el camino que le marcan; esto
quiere decir: estudiar en una escuela donde no siempre existe algo que los
expertos llaman clima escolar adecuado, ver como para
sobrevivir se endeuda el papá y se endeuda la mamá, oír los domingos aquello de
que de los pobres seguirá siendo el reino de los cielos y acabar su
preparatoria o enseñanza básica para postular a un liceo que lo preparará para
ser un operario dentro de esta gran máquina que es el progreso.
Progreso que él podrá palpar siempre que
acepte bajar la vista y no piense en mirar para el lado cuando tropiece con
alguna injusticia o un acto legalmente corrupto. Podrá si trabaja tener derecho
a obtener crédito al igual que lo tuvieron papá y mamá y le enseñará a sus
hijos que todo cuánto tienen deben cuidarlo pues ha costado mucho tenerlo. Eso
si acepta seguir el camino difícil, porque si por un minuto se detiene a mirar
por televisión aquel mundo que le muestran donde todos parecen tan cercanos y
donde tan a diario insisten con aquello de que la economía es pujante y que la
venta de nuestros recursos naturales garantiza más y mejores inversiones y
desconcertado se pregunta: ¿Por qué la población sigue siendo una sucursal del
infierno?, ¿Por qué la escuela a pesar de que debiese entregarles herramientas
para el futuro les entrega todavía excusas por el pasado?, ¿por qué en el
policlínico no se encuentran los remedios? Y ¿por qué no les dan trabajo a los vecinos
tan solo por vivir en las calles que viven?
Es entonces que hacen falta las respuestas que
entregaba una verdadera educación y como hace tiempo que se desertó pues
el sistema desde muy niños a muchos los condena.; llegan las estúpidas
deducciones: hay que destruir porque la sociedad tiene la culpa de nuestra
pobreza, tenemos derecho a odiar porque muy pocas veces fuimos amados y sobre
todo; si pocos tienen derechos y muchos tienen deberes ¿por qué no saciar aquel
rencor enfermo delinquiendo.
En los países de Latinoamérica la justicia
anda muy chueca. Generalmente están presos y amontonados los que comenten
pequeños crímenes. Los que tienen dinero para evitarse estos engorrosos
encierros normalmente pagan buenos abogados y más luego de lo que los atraparon
salen libres para seguir delinquiendo y cuidado que no solo me refiero a los de
cuello y corbata. Hace mucho tiempo que el crimen es una profesión transversal
y sumamente lucrativa. Eso sumado al des criterio de jueces que condenan a diez
años de prisión a quienes intentan robar un banco y dejan libre a los
violadores por que los niños y a veces las mujeres no son fuentes tan
confiables.
Es entonces que en recintos donde caben mil
encierran a dos mil; pero encierran a los que no son nadie, a los que molestan
a la gente de bien con su inconformismo, a esos mismos que los profesores y las
profesoras echaron de la escuela con algo de holgura económica y que
encontraron un poco menos de discriminación en alguna escuela pública. Los
encierran porque los gobiernos se han comprometido a dar una dura batalla a la
delincuencia, solo que la batalla la empiezan a dar ya muy tarde. Los encierran
y los condenan a ser peor de lo que fueron si quieren mantenerse con vida y a
veces alguno logra salir y enmendar el rumbo, casi siempre negando todo cuanto
fue pues su vida ya no le pertenece pues la entregó a Cristo.
Hoy murieron ochenta y un reclusos en un
incendio. Vivían hacinados, todos lo sabíamos pero a pocos les importaba
porque cada día se construyen más supermercados. Una vez más los gendarmes eran
insuficientes y no podían aunque quisieran abrir las rejas ni dejar entrar de
inmediato a los bomberos. Les enseñaron que en casos como estos pueden intentar
huir las fieras encerradas y claro vinieron los golpes y los castigos para los
amotinados y en medio de los escombros calcinados y los cuerpos amoratados
surgen de nuevo las preguntas: ¿Por qué hay tantos presos? ¿No éramos acaso un
ejemplo para la región? ¿Son o no son nuestros políticos y nuestros economistas
unos héroes? Y agrego pues corresponde ¿en qué se diferencian los encarcelados
de un país al de otro en este lado del mundo?
Alguien alguna vez lo escribió o lo dijo: los
presos siempre son presos políticos, puede que sea cierto pero la más urgente
es entender que un país no puede vivir sumido en el miedo y hoy existe mucho
miedo a perder lo que se tiene. A veces ocurre que solo se tiene la vida,
esta vida que en sí misma es una bendición por sobre cualquier cosa y hasta el
último de los seres de esta tierra merece preservarla. No llegaremos muy lejos
si no enfrentamos el crimen desde que es semilla, si no entendemos que es mejor
no tener a tener a costa de los otros. Ya sabemos que estas son cosas que se
deben aprender en casa pero con esto de vivir para tener hace rato que en casa
hay poca gente. Las familias están allí para visitar a sus presos, hoy algunos
solo recibirán la constancia de que todo terminó para uno de ellos, uno que no
nació malo y sin embargo murió calcinado y hacinado en una cárcel.
No importa a estas alturas preguntar quién
falló, porque cuando pasa algo como esto no nos queda otra opción que asumir
que fallamos todos. Los que hablan fuerte en sus casa pero callan en las
calles, los que golpean y los que se niegan a sí mismos el sentido de sus
propias existencias, los que enseñan a sus hijos el resentimiento, los que les
enseñan que lo material vale tanto o más que la paz familiar y tantos otros que
piensan que en las cárceles están los que se lo buscaron. Los que presumen de
su honradez y que han vivido siempre mirando hacia el suelo sin notar
siquiera que los valores que nos hacían humanos hace mucho que fueron
calcinados.
Buenísima la reflexión...vale preguntarse ahora...¿en qué vereda estoy yo? ¿cuál es mi parada frente a esta vida llena de mentiras y falsedades porque nos han enseñado a crecer en el temor y en la obediencia? Verdaderamente y una vez más esta reflexión ha cumplido con su objetivo...me deja pensando cuán responsable soy yo de lo que sucede en la sociedad...ciertamente me produce vértigos que este mundo pare. Muchas preguntas sin respuestas todavía.
ResponderEliminarPara esta libertad y para soltar cadenas hay que andar nuevos caminos..."caminante son tus huellas el camino y nada más, caminante no hay camino, se hace camino al andar..."
Me alegra mucho que estas palabras para ti tengan sentido. Agradezco mucho tu comentario. Cuida tu vereda, no dejes que te la ensucien, riega las flores y deja entrar algunas orugas...para que mañana puedas seguir encontrándote con mariposas.
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