Al parecer, la condición humana no es nada fácil de defender. Recuerdo muy a flor de piel la primera vez que vi El hombre elefante, todavía siento la emoción contenida ante la devastadora humildad que aquel tremendo actor que fue John Hurt puede transmitir bajo tan estremecedor maquillaje. Maquillaje que en nada especula ni festina pues fue creado a pie juntilla de los registros médicos del verdadero Joseph Merick; ciudadano inglés que conmociono a una época que hoy parece distante pero no tan ajena.
El apartado técnico nada tiene de pretencioso; creo que no se podía contar esta historia de otra manera que no fuera en un perfecto blanco y negro que tanto dice de nuestra posición con respecto a quienes difieren de aquellos seres humanos que se ven a si mismos como normales. Que la música elegida para los momentos culmines pudiese haber sido otra si reparamos en que David Linch, aquel artesano, músico y director que mucho sabe cuando se trata de retratar aquellos recovecos inconscientes del ser humano, está tras esta obra que no hace sino engrandecer una filmografia que conoce de no pocos puntos muy altos.
Un reparto coral encabezado por el ya nombrado John Hurt y de un Anthony Hopkins bordando uno de sus magistrales roles de antaño, acompañados de actrices y actores que nos sumergen en un drama tremendamente respetuoso e inolvidable. Pleno de momentos en que nos vemos, insisto, reflejados ante los blanco y negros de nuestra propia condición ante aquellos que son distintos. Puede ser que este tipo de películas no sean fáciles de soportar para un tipo de publico altamente sensible, pero son películas necesarias, como el cine de Tod Browning que nos obligaba a mirar el mundo a través de los ojos, de los sentimientos de aquellas personas de las que no solo ha abusado el espectáculo, sino que seguimos intentando ignorar en el devenir diario de nuestra individualista sociedad.
Comentarios
Publicar un comentario