Hay noches en que cuesta mucho poder quedarse dormidos. En que los problemas no encuentran acomodo y el sueño, aunque se insinúa, no acaba nunca por vencer al desvelo. Ya no somos niños, las preocupaciones, propias o ajenas, pueden arrebatarnos mucho más que un par de horas de sueño. Entonces, perdido o confundido en la oscuridad estiro la mano a la repisa que está junto a mi almohada; una repisa donde hay cintas de casete y un reproductor personal de aquellos que ya casi nadie usa y yo solía usar cuando era adolescente y adolecía de tantas faltas de quereres. La que comienza a cantar es Brenda Lee. Alternando, por decisión de quienes seleccionaron el orden en que sonarían las canciones cuando alguien quisiera escuchar el casete, la infantil alegría de canciones como Let's Jum The Broomstick con la intimidad de Im Sorry.
Volver a escuchar estas canciones es un boleto a otro tiempo, un tiempo al que no correspondo por cierto, pues cuando yo era niño era la música de nuestras madres; quizás por eso es que en medio del desvelo y de la noche me vuelvo a sentir despreocupado. alegre o emotivo según la canción que suene. No puedo dejar de sentirme bien escuchando Sweet Nothings o volver recaer en aquellas cursilerias de tontos enamorados que recaen en aquello de All alone am I. Las canciones son muchas, independiente del casete o el disco que quien escucha tenga a su alcance para escuchar. Música superficial tal vez, imperialista en el más estricto criterio de mis amigos revolucionarios, temerosos de delatar sus flancos débiles. Cosas que a uno le da por pensar cuando no puede dormir y repentinamente se vuelve a encontrar con rostros, cartas y secretos de tiempos que creía idos.
Una canción tan gringa como Jambalaya me recuerda que es sobre Creedence Clearwater Revival que quería escribir. Otros que tienen el delicioso efecto de hacerme sentir alegre o despreocupado aún en mis peores momentos. Hace cincuenta años apareció su Álbum Cosmo's Factory que no tienen canciones tan conocidas pero es sin duda uno de sus mejores discos. Pienso, casi a punto de quedarme dormido que tampoco importa mucho que disco uno escuche de esta aplicada banda; el efecto es muy similar que con la música de Brenda Lee. Que bien que aún pueda la música curarme de las penas escondidas bajo la almohada, que termine la jornada con una sonrisa dibujada en mi rostro. No puedo ver esa sonrisa; está oscuro, no tengo intención de despertar, mucho menos preocupar a quien duerme profundamente a mi lado. Aprieto el botón stop en el reproductor pensando en Run Throungh the Jungle; aquella formidable canción del álbum que está de cumpleaños en cuestión. Yo no tengo ganas de correr por esta vez. Alcancé al sueño o puede ser que sea él quien me alcanzó a mí. Buenas noches nostalgia.
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