Nobleza obliga, como bien dicen por ahí. La verdad es que había terminado de leer 21 lecciones para el siglo XXI hace ya un buen rato y quedé con una muy grata sensación tras terminarlo. Hace dos años y algunos días escribí que la publicación de este libro, que es y no es una prolongación de dos verdaderos superventas del historiador Yuval Noah Harari se me antojaba como un aprovechamiento de la gallinita de los huevos de oro. ¿Cómo no pensarlo', con dos libros tan leídos como comentados poco oportuno hubiese sido, bajo el criterio de éxito editorial, no haber publicado lo antes posible otro libro.
Escribo que puede ser una prolongación, tanto como puede no serlo porque esencialmente son artículos que el autor había escrito sobre temas derribados de sus rentables, a la vez que muy buenos libros, reunidos y mejorados a la luz de las inquietudes que la propia lectura de su trabajo provocan en el lector. Parece ser que también a este libro le fue bastante bien en lo que a ventas se refiere, cosa que podría argumentar, le da un sustento a mis suspicacias. Pero finalmente el libro es tan entretenido y aporta tanto al análisis y a la conversación de nuestras actitudes culturales y sociales como el que más.
Dividido en cinco partes; el libro nos permite ver reflejadas no pocas de las inquietudes que nos surgen como testigos y parte de un tiempo tan rico en estímulos comunicacionales como poco reflexivo en realidad. Asumir no solo el triunfo, sino que también los defectos del liberalismo gobernante en la mayoría de las democracias del mundo, la idea de nación tan convenientemente manipulada por quienes se valen de ella como mal entendida por quienes se oponen a lo cosmopolita que de un tiempo a esta parte se están volviendo las grandes capitales de nuestro mundo actual. Hay espacio también a los desafíos que nos trae el nuevo tiempo, una mirada a los miedos, la desesperación pero también la esperanza ante la facilidad con que el extremismo se desenvuelve.
Finaliza el libro reflexionando sobre las carencias de un mundo inapelablemente atestado de información muchas veces falsa e innecesaria y deteniéndose en tres de las herramientas que a cualquiera dispuesto o dispuesta a no sucumbir a lo largo de un siglo que más que nunca nos exige tanto claridad como puntos de vista. La educación, el significado que le damos a lo que aprendemos y la meditación me parecen tres capítulos, además de acertados, perfectos como colofón para un libro que nos ha estado aleccionando acerca de los errores que inevitablemente derivan de nuestro prepotente a la vez que ignorante modo de proceder en la breve historia que hasta ahora hemos escrito.
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