
Haciendo
las cotidianas compras de películas, que es muy probable que demore
bastante tiempo en ver, me encontré con una colección de películas
de Vincent Price bastante suculenta. Tres compilaciones con cuatro
películas cada una. Por supuesto que estaban incluidas las
adaptaciones que Roger Corman (director de algunas de las más
famosas películas de Vincent Prince además de otras joyas del cine
a bajo costo) había hecho de los cuentos de Edgar Allan Poe. Las ruinas de la casa de Usher (1960), El pozo
y el péndulo (1961), El cuervo (1963), La mascara de la muerte
roja (1964) y La tumba de Ligeria (1964) interpretadas como ya se sabe,
de manera memorable por el actor mencionado, protagonista absoluto de la
compilación. Tras ver, una vez más, cada una de las películas,
quise acudir a la lectura obligatoria del relato en que se basaba
cada una de ellas. La fuente de lectura debía ser igual de especial
que la compilación recién adquirida por lo que me decidí a
comenzar a leer las traducciones de Julio Cortázar que tenía guardadas para
un momento como el que cuento.
Un
momento impagable el de volver a leer estos cuentos que he leído en
distintas versiones pero que quién conozca de la brillantez de Julio
Cortázar entenderá de mejor manera. Es una fascinación
multiplicada por tres; me gusta el cine de Roger Corman, atesoro la
lectura de los relatos extraordinarios de Edgar Allan Poe, pero sobre
todo, siento una especial afinidad por la obra del escritor argentino
que realizó estas y otras traducciones del autor norteamericano en
un momento de necesidad económica (según un artículo sobre el
proceso de traducción de estos textos que leí en Internet) encargo que vio
su publicación varios años después de haber sido hecho y que
atrapa a sus potenciales lectores en cualquiera de sus múltiples
reediciones.
Podría
escribir que las películas de Vincent Prince forman parte de una
cuarta fascinación, pero aquella es una fascinación un poco menor que las tres antes descritas.
Extraño que todo esto haya comenzado porque encontré una
compilación bastante generosa de grandes películas de Vincent
Prince pero que su característica manera de actuar haya cumplido en
esta ocasión como un nexo para otras fascinaciones mayores. Es
extraño de la manera en que a veces se dan las cosas. Literatura,
homenajes y comentarios de cine que no pocas veces se entrelazan en
la cotidianidad de un irreflexivo que no siempre dedica el adecuado tiempo a las reflexiones que pretende compartir.
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