¿Qué mejor momento que éste, un tiempo de corrección política y reivindicación social, para enterarse de que existió otro festival musical el año 1969? Para saber que Woodstock no era sino el lado más comercial de la cosa, para constatar que la música como expresión del alma es algo distinto, demasiado distinto que aquello que podemos escuchar en las radios o ver en la televisión. Me sorprende que este documental no haya sido mundialmente conocido hasta ahora por la calidad de aquellos y aquellas que en el participaron. Hay nombres ineludibles como el de Stevie Wonder, Nina Simone o B.B King y valiosos hallazgos como Mahalia Jackson, The 5th Dimension y Ray Barretto y eso, dejando afuera otros nombres no menores como el de Gladys Knight, David Ruffin y Moms Mabley. No pocas veces uno queda paralizado ante una puesta en escena o una declaración de estas magneticas personas que emocionan a la vez que sorprenden.
El Festival Cultural de Harlem fue una instancia de envidiable armonía que no pocos considerarían imposible. afroamericanos, puertoriqueños, cubanos y norteamericanos reunidos en torno a una idea de identidad por entonces y todavía cuestionada como valida. No es difícil llegar a conclusiones y entender las razones de porque una revolución como esta no podía ser televisada. En aquel momento Martin Luther King, John Lindsay y Malcom X formando parte de un espíritu de amor y de lucha muy poco manipulable, un espíritu nada comercial como el de otras revoluciones que lo mismo que venden se prestan para ser manipuladas.
Gospel, R&B, música popular y denuncia con la naturalidad que unicamente pueden otorgar vidas que le han dado una mayor importancia a los espiritual que a lo material. Nunca será demasiado tarde para abrir una ventana a maravillosos momentos como los que se pueden presenciar mirando, escuchando y viviendo este documental tan desconocido como premiado. Esto va mucho más allá del simple discurso político, más allá de la fe impuesta y de los discursos de paridad y de odio que se nos han hecho tan cotidianos. Es una experiencia gratificante para quienes aman la buena música, los nobles sentimientos y no han tenido la debilidad de arrepentirse de ello.
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