Es de esas películas que te vuelan la cabeza si te gustan los videojuegos, la animación japonesa o las teorías conspirativas. Un prodigio de ficción que pudo incentivar a más de alguien a hacer cine o volverse experta en cine. Es además una gran película. Entretenida, sorprendente, repleta de momentos míticos en materia de clichés y es una propuesta tan enorme que era de esperar que ninguna de las obras que inspiró a manera de pre o secuela pudiese estar nunca a la altura de lo que esta propuesta de las hermanas Wachowski nos ofreció.
Para aquellos y aquellas que nos gusta el cine siempre es una fiesta que una película haga referencias a otros géneros audiovisuales y a otras expresiones artísticas. Esta película es ambiciosa porque también pretende establecer reflexiones filosóficas que no terminan nunca de tener sentido. La raza humana es el combustible en un mundo de máquinas e inteligencias artificiales que se alimentan de las emociones de seres humanos invitro que desconocen que viven en un mundo ficticio donde existen unos pocos y pocas rebeldes que esperan a un mesías.
Sí, la mezcla de influencias es tanto disparatada como fascinante: Artes marciales asiáticas, western extra violento, manga, videojuegos e incluso La Biblia. Delirante mistura que sin embargo logra su principal propósito que es vender. Precuelas e historias complementarias en manos de virtuosos creadores de animé, videojuegos de cuestionable calidad y cómo no, muchos productos coleccionables a la vez que también presenta al mundo una propuesta que a no pocas ni pocos nos tuvo esperando por muchos años una continuación la que llegó finalmente el año pasado para hacer lo único que se podía realmente hacer...ironizar en un comienzo y terminar (como fue desde un comienzo) contándonos una historia de amor envuelta en un montón de referencias hiperventiladas.
Recomiendo sumergirse, aunque sea una vez en la vida, en este mundo falso que nos propone la primera película, ver Animatrix (los animes que complementan la historia) y si a alguien le parece, ver las tres películas que intentaron expandir (sin el éxito ni el prestigio que tuvo esta primera propuesta) una historia que siempre es entretenida. Un videojuego más que un tratado filosófico, una historia de amor escondida tras infinitas cortinas de efectos especiales y disparos en cámara lenta, una seudo defensa del libre adbedrío que jamás deja claro qué es lo que ganan sus protagonistas despertando pero que al menos entretiene y entretiene mucho además de haber cambiado la manera de hacer cine de acción a fines del siglo pasado, lo que no es poco.
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