Este inesperado viaje al origen de un grande que tras muchos años ha comenzado a despedirse me ha dado tanto en qué pensar. He vuelto a recordar a tantos que quizás no imaginan lo mucho que les recuerdo. No pocas veces escuchar algunas canciones lo transportan a uno a momentos que no pueden ser revividos de una manera distinta a cómo fueron vividos. Joan Manuel Serrat parece haber sabido siempre esto que tras muchos años puede ser que yo comprenda. Jamás hubiese imaginado seguir escuchando discos como estos varios años después de aquellos momentos que son recordados en este momento inesperado en que lo infantil vuelve a confundirse con las experiencias que puede ser que logren explicar la melancolía que nos continua abrigando ahora que comienza a hacer frío.
He estado escuchando los primeros discos de Joan Manuel Serrat. He puesto especial atención a sus canciones en catalán y he estado recordando momentos en que me acompañó la bella poesía de sus grabaciones en español. Me estremece la poesía de Serrat que está a la altura de los poetas a los que a veces interpreta, su guitarra y los arreglos orquestales que desde la más temprana adolescencia me han emocionado. Se me antoja terrible constatar que algunas canciones de este disco, en particular, tienen hoy para mi mayor significado que nunca (Soneto a mamá, Decir amigo o Para vivir) que otras (De parto, Romance de Curro el Palmo o Edurne) aún son capaces de emocionarme desarmando mi supuesta bien templada fortaleza.
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