Esta es una de aquellas películas que estoy seguro que para muchísimas personas, además de para mi, es verdaderamente entrañable. No es una obra de arte, es tramposa se debe reconocer...pero es una experiencia que al menos una vez en la vida, todos debiésemos vivir. Una película italiana con todos los ingredientes para recordarla, incluso a más de treinta años de su exhibición original (de hecho, en algunos países se está re-exhibiendo remasterizada). Una historia que a groso modo nos recuerda que, tanto ayer como hoy día mismo, algunos cumplen sus sueños y que muchos otros y otras permanecen estancados en sus circunstancias.
Salvatore, primero es un niño. Un niño sin padre con un amor inexplicable por el cine que en su pueblo de infancia es ventana y escape a un mundo de estimulante. Alfredo, es el proyeccionista en aquel cine del pueblo, un hombre adulto sin hijo, con sueños casi marchitos y con un amor bastante similar al de "Toto", que es como recordaremos para siempre al niño (así le dicen pues en Italia Toto es el diminutivo de Salvatore). De alguna forma y por medio del cine, el niño y el hombre encuentran aquello que les falta. El niño crece y convertido en adolescente muestra que su amor por el cine se atreve a ir un poco más allá del de su mentor. Escribo mentor, pues la relación llevara a que Salvatore reemplace a Alfredo como proyeccionista como consecuencia de un accidente que nos irá preparando a nosotros como espectadores para llorar inevitablemente.
También nos va preparando para la tristeza la soberbia música del maestro Ennio Morricone (ya les dije que era una película tramposa), que encuentra en una composición (canción de amor), de su propio hijo Andrea Morricone la culminación perfecta para una historia de amor que transita de lo filial a lo que normalmente entendemos por amor cuando vemos una película (historia de un joven que se enamora de una chica y cuyo amor no puede ser) para culminar con aquel amor que es tan difícil todavía de explicar que es el amor al cine. Cine que se ve reverenciado por medio de una historia que nos habla de humor, romanticismo y la más cómica censura que haya expuesto película alguna. Una frase de Alfredo: "Hagas lo que hagas, hazlo con amor" que nos permite entender de mucho mejor manera porque es que algunos logran emprender vuelo únicamente alejándose de aquellos junto a los que crecieron.
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